Hace varios meses ya publiqué un post al respecto de los autodidactas, con ello trataba de plasmar algunas ideas que tenía desde hace tiempo sobre otras formas de aprender, crear e innovar. Aquellas reflexiones tuvieron bastante repercusión, no solamente por los comentarios del post, también por numerosos emails mostrándome sus opiniones y con varios comentarios offline que fueron alargando la conversación hasta la actualidad. Desde aquello empecé a reflexionar y a leer sobre un tema que desde hace mucho tiempo me ha interesado.
Siempre me han fascinado algunas personas que muchas veces se salen del orden establecido para aprender, desarrollarse , crear y al final para crecer. Hace un tiempo también sigo lo que Julen escribe al respecto de eso llamado el individualismo en red. Al contrario de lo que se suele pensar, muchas personas autodidactas son fantásticas trabajando en equipo, aunque lamentablemente no se suele saber aprovechar y canalizar su potencial. Sus necesarios espacios de libertad o sus torbellinos de creatividad suele necesitar de buenos guías, líderes o mentores que ejerzan de catalizadores para incorporarlo a un colectivo. La dramática realidad es que esas dosis de creatividad ( muchas veces canela pura) suelen desperdiciarse tanto en el mundo educativo como empresarial. Con ello se produce una pérdida de potencial que en muchas ocasiones es inadmisible.
Soy de los que creo en el equipo y el trabajo grupal, pero desde luego que creo y defiendo a la gente que necesita hacer las cosas de forma individual ( muchas veces para trasladarlo luego a los colectivos). Considero que la Historia de nuestro mundo tiene en muchas de sus grandes mentes creativas (e innovadoras) a personas rupturistas ajenas al orden establecido y que han necesitado muchas veces ir a su puta bola para crear.
Actualmente estoy leyendo la biografia sobre Patrick Leigh Fermor, uno de esos claros ejemplos de autodidacta y de liderazgo que no encajaría jamás dentro de las estructuras académicas o de lo que nos cuenta el Management de mierda. Patrick Leigh Fermor fue expulsado de varias escuelas, y a los dieciocho años emprendió ( has leído emprender, y es que esa noble palabra no es solamente ganar dinero y crear un puto negocio) uno de los viajes más memorables del siglo XX. Fruto de aquella maravillosa aventura tuvieron lugar dos de los libros de viajes más legendarios del siglo XX. Tras educarse por su cuenta entre libros y viajes llegó a convertirse en un lider nato tanto durante la Segunda Guerra Mundial como en el resto de décadas de su existencia.
Durante su vida fue considerado por muchos como el claro ejemplo de lo que debería ser un caballero inglés y todo ello en una sociedad con estilos victorianos y tradicionales. El liderazgo y la capacidad educativa autodidacta de Paddy es constantemente renombrada como un ejemplo extraordinario al margen del tradicional y formal mundo educativo. Su padre soñaba y esperaba que englosara la lista de licenciados en Eton, Oxford o Cambridge, pero Paddy tenía otra idea de lo que debía ser su educación.
La Universidad de Paddy fue hecha a base de una curiosidad infinita por el mundo, por los libros y por la Historia, pero también por la diversidad de gentes, culturas y lugares. Representa también sin duda un ejemplo fundamental en aquello que investigo sobre el viajaprendizaje. Su empatía y flexibilidad le permitía estar unos días con gentes humildes como gitanos o campesinos y a los pocos días estar entre aristócratas y miembros de la alta sociedad hablando de literatura o Historia.
En su casa de Grecia podían estar sentados en la misma mesa desde agricultores hasta diplomáticos o eminentes escritores de viajes como Colin Thubron o Bruce Chatwin. Un liderazgo humanista y autodidacta el de Paddy que repito, nunca va a poder estudiarse ni enseñarse en una Universidad o Escuela de Negocios.
El actual sistema educativo y empresarial está marcado en la mayoría de los casos por unas pautas de sumisión y de jerarquías que mata el potencial de mucha gente. Es algo evidente que muchos educadores no saben leer el talento escondido en las entrañas de muchos de sus alumnos. Durante los años de escuela, instituto o Universidad el sistema premia y aplaude al empollón o al pelota, pero se aísla de forma plausible al rebelde, inconformista o al que mira bajo otros prismas. El mundo empresarial suele jugar un papel algo diferente aunque se repiten muchas de las estructuras del abominable sistema educativo.
En esas situaciones de marginación e incomprensión se arruina muchas veces no solamente el potencial y la creatividad de esas personas que podemos considerar como autodidactas, al final se sentencia su propia vida y existencia. De fondo el empobrecimiento de nuestra sociedad y de nuestros centros educativos y empresariales por la incapacidad de canalizar el talento y potencialidad de las personas autodidactas.