La semana pasada estuve leyendo con sumo interés un reportaje en The Economist. Se trataba de un reportaje social, económico, político y empresarial sobre los países nórdicos y en el mismo se analizaban diversos factores y realidades. Obviamente casi todo el mundo es consciente de las situaciones socio-económicas y políticas que hay en cada lugar. Tenemos no obstante la curiosa costumbre de necesitar modelos que nos digan el lugar donde se hacen bien las cosas y un estilo en el que inspirarse, reflejarse o incluso intentar copiar.
Hasta en la sopa aparecen las virtudes del sistema educativo finlandés, el ejemplo de ética y de trabajo que tienen los servicios públicos y sociales de los países escandinavos son un referente global así como la sostenibilidad que casi siempre se aplica en un respeto y armonia con la naturaleza que en pocos lugares se tiene.
La economía siempre parece que va bien allí hasta que explota la mierda como sucedió en Islandia, una vez hecho el desaguisado parece que se ha arreglado. Pero claro, no debemos olvidarnos que Islandia tiene una población menor que la de una ciudad de provincias española como por ejemplo Valladolid. Así que a veces conviene tomar en su justa medida las comparaciones en la resolución de problemas. Me gustaría que en España o Italia por ejemplo se metiera a banqueros, constructores y políticos entre rejas, pero soy consciente de que no es lo mismo decidir para menos de medio millón que para cuarenta o para cientos de millones de personas. Con ello quiero decir que el contexto y la realidad es muy compleja, el espectro de colores es muy amplio y viene marcado por infinidad de factores.
Cualquiera que lea o analice esas realidades pues sin lugar a dudas afirmará que analizando los datos en esos lugares las condiciones (pese al frío) son cuasi perfectas para vivir. No voy a ser yo quien critique esas verdades como puños, lo que pasa es que ciertos viajes por el mundo y las lecturas que me acompañan siempre me hacen dudar de ciertas recetas y ejemplos mágicos.
Hay situaciones que hay que analizar en su contexto y entender no solamente que las cosa van deluxe sino que hay un trasfondo detrás de muchas décadas y sobre todo que lleva parejo un componente antropológico muy fuerte, Vamos que no se comporta igual un ciudadano en Noruega que otro en la India o en Chile, es imposible. Así que siempre he tratado de no aceptar solamente las cosas en su nivel macro, hay que bajar muchas veces a la realidad micro para entender los por qué.
El mundo es demasiado grande en algunas cosas y pequeño en otras, la feroz globalización ha hecho que casi todo el mundo sepa lo que se cuece en la otra parte del planeta. Si es de educación los informes PISA dicen que debemos aprender o estudiar como los finlandeses, que los chinos de Shanghai o Seúl ya sacan mejores resultados que países como Alemania, Francia o Estados Unidos. Si hablamos de los servicios sociales y las ayudas que las familias tienen pues nos seguirá llevando a esos países escandinavos, e incluso si se oye de emprender tras los ecos eternos de Silicon Valley surgen otros de que también hay otra forma de hacer las cosas como nos dicen de las virtudes del emprendizaje en equipo finés.
Pero claro, cuando analizas la población, la estructura social, la tradición ética, las características climáticas, los recursos naturales e intelectuales llegas a la conclusión de que no se puede comparar las realidades de Suecia con las de una Italia que sufre ahora, como tampoco se puede comparar las realidades de un noruego con las de un turco o las que tiene un danés con un ruso.
Y es que lo social se junta a lo económico muchas veces, pero también con la tradición, la cultura, la religión, los conflictos vividos, el pasado religioso, y la influencia de una infinidad de factores que nos hacen pensar que la vida y la Historia ocurren por algo que se acopla en ciclos.
La realidad es que sumando las poblaciones de los cuatro países nórdicos (Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca) es de unos veinticinco millones de personas, es decir entre cuatro lugares tan prósperos e ideales apenas se suma el conjunto de una ciudad en China como Shanghai o una India como Bombay.
Tomar el modelo social-económico-político-educativo escandinavo me parece perfecto , pero a veces conviene mirar un mapamundi para observar que ya somos siete mil de millones de ciudadanos y que pensar que el mundo pueda funcionar como en las latitudes cercanas al Polo Norte es una quimera, una irrealidad y una irresponsabilidad.